martes, 30 de agosto de 2016

#OPINION - URIEL ROMANO: ¿Un maestro o múltiples maestros?


El estudio de la Torá no fue siempre un mandamiento religioso. Abraham, Iosef, el rey David, el profeta Isaías o ningun otro personaje bíblico estudiaba “Torá”. En el Tanaj (Biblia hebrea) no hay rabinos ni estudiantes, no hay maestros ni alumnos. Tampoco hay Yeshivot (academias de estudios rabínicos). Todas los relatos del Talmud y del Midrash sobre las academias de estudio de Shem y Ever en donde estudiaron los patriarcas, sobre Moisés siendo Moshe Rabeinu (Moises nuestro maestro) aprendiendo las leyes de la Torá junto a Dios y enseñando luego a Iehoshua y al pueblo, o sobre el rey David estudiando de madrugada, son todas creaciones literarias de la época rabínica para ajustar su realidad a la realidad de sus antepasados. Si los rabinos en el siglo I estudiaban Torá en el Beit Midrash (casa de estudio) ¿¡Cómo no iban a estudiar Torá nuestros patriarcas!?
Los académicos estiman que el inicio del estudio de la Torá se dio con la vuelta de los exiliados de Babilonia a fines del siglo VI a.e.c y especialmente en el siglo V a.e.c bajo el liderazgo de Ezra el escriba. Allí se comenzó a estudiar de forma sistemática y a interpretar la Torá frente al pueblo. En los tiempos del Segundo Templo ya tenemos vastas referencias de judíos que ocupaban su día (o aunque sea una parte de su día) en el estudio y en la indagación de la palabra de Dios. Un ejemplo “arqueológico” clásico son los más de 900 pergaminos encontrados en las cuevas de Qumran, desierto de Judea, pertenecientes a una secta judía que habitó allí desde el siglo II a.e.c; si alguien escribía y copiaba tantos libros es porque alguien los debía estudiar.

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