martes, 29 de agosto de 2017

Los eclipses y el judaísmo por Uriel Romano

https://urielromano.wordpress.com/2017/08/18/los-eclipses-y-el-judaismo/

El sol dice: “El sol, al estar cubierto por la luna, se detiene en su lugar, a la luz de tus saetas que cruzan, al resplandor de tu refulgente lanza. (Habacuc 3:11)” (Perek Shira, cáp. 2)
El 21 de Agosto del 2017[1] ocurrirá un fenómeno astronómico poco común. Un eclipse solar, parcial en algunas partes y total en otras, se verá a lo largo y a lo ancho de los Estados Unidos. Actualmente me encuentro viviendo y sirviendo en una sinagoga de Nueva York por ende hace semanas que vengo escuchando de este fenómeno que no se da de forma similar desde 1918.
Siguiendo los lineamientos del Talmud (Berajot 54a) que nos da una lista de varias bendiciones diferentes que debemos pronunciar frente a ciertos fenómenos de la naturaleza o frente a ciertas maravillas del mundo natural me pregunte si había alguna bendición que debía pronunciar el lunes por la tarde cuando el eclipse solar pase por Nueva York. Entonces hice lo que suelo hacer cuando tengo una duda, comienzo a googlear, a leer artículos, blogs y referencias bibliográficas. Las respuestas que encontré me fascinaron y aquí las comparto, las resumo y las comento.
Eclipse solar, una breve explicación:
Como de costumbre cuando no hay mucho tiempo para hacer una investigación profunda Wikipedia ofrece una buena y simple respuesta: Un eclipse solar es el fenómeno que se produce cuando la Luna oculta al Sol, desde la perspectiva de la Tierra. Esto solo puede pasar durante la luna nuevaEn un eclipse los centros del Sol, la Tierra y la Luna están totalmente alineados, estando la Luna siempre cerca de la línea que une la Tierra y el Sol. ”. Judaicamente hablando un eclipse solar solo puede ocurrir durante Rosh Jodesh o muy cerca del comienzo del mes. Este año el eclipse del 21 de Agosto coincidirá con el comienzo del mes de Elul. En pocas palabras un eclipse solar produce que desde la perspectiva terrestre la luna cubra por unos minutos, no más de 8 minutos, totalmente el sol y que el día de pronto “se oscurezca”. Este fenómeno es tan poco frecuente que se calcula que se repite en un mismo lugar geográfico una vez cada entre 360 y 410 años. [2]
Los eclipses en la Biblia: ¿Buenos presagios o augurios del día de Dios?
Al parecer durante todo el período bíblico se registraron en la tierra de Israel solo dos grandes eclipses solares, o al menos solo estos dos eventos quedaron registrados. Según los cómputos de la NASA el 5 de Marzo de 702 a.e.c un gran eclipse solar se registró en la tierra de Israel en los tiempos del rey Ezequías. En II Reyes 20:1-20 se narra la famosa historia del rey Ezequías que había enfermado de muerte pidiéndole al profeta Isaías que le extienda la vida. Tras su suplica Dios decide otorgarle otros 15 años de vida. El rey le pide al profeta Isaías alguna señal de que Dios cumplirá con su promesa de extenderle la vida. El profeta le pregunta: “¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez grados? Y Ezequías respondió: Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no que la sombra vuelva atrás diez grados.” Inmediatamente Dios hace retroceder la sombra. Algunos académicos aseguran que este episodio hace referencia a aquel eclipse solar ocurrido en Marzo del 702 a.e.c.[3]
Otros académicos Israelíes afirman que la Biblia registra aún otro eclipse solar. Los mismos sugieren que la famosa historia de la Batalla de Ioshua contra Gibeon donde el sucesor de Moshé le ruega a Dios parar el sol (ver Iosua 10:12), y el sol se detiene, en realidad significaría que el sol se ocultó como consecuencia de un eclipse. Estos científicos, utilizando cálculos de la Nasa, estiman que aquel episodio ocurrió el 30 de Octubre del 1207 a.e.c.[4]
 Hasta aquí, si los descubrimientos de los investigadores se confirman, los eclipses serían buenos augurios en la Biblia ya que en una historia el eclipse se muestra como una “señal divina” de que Dios ha decidido escuchar la plegaria del rey y extenderle así la vida, y en la otra historia el eclipse ayudó al pueblo de Israel a ganar una batalla durante la conquista de la Tierra prometida. Sin embargo en las profecías de los profetas Amos e Isaías, entre otros, los eclipses anuncian “el día del Señor”. Un día terrible, de tinieblas y de ira donde Dios juzgará a la humanidad por sus iniquidades. Por ejemplo el profeta social Amos (S. VIII a.e.c) cuestionando a los ricos por explotar a los menesterosos y oprimir a los pobres comprándolos por unos zapatos dice: ¿No se estremecerá la tierra por esto?¿No llorarán todos sus habitantes? Subirá toda ella como un río; crecerá y mermará como el río de Egipto. Aquel día, dice Dios, el Señor, haré que se ponga el sol a mediodía: cubriré de tinieblas la tierra en el día claro.” (8:8-9)[5].
 Isaías, profeta contemporáneo de Amos, también se refiere al día del juicio en su profecía contra Babilonia en términos similares: He aquí el día de Adonai viene: día terrible, de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; el sol se oscurecerá al nacer.” (13:9-10) ¿Qué fenómeno de la naturaleza puede ocultar el sol durante el mediodía? En términos talmúdicos podríamos decir que estamos obligados a decir que es un eclipse solar total. Con estas referencias podemos comprender como los eclipses, ya sean solares o lunares, no tenían tanta buena prensa en el antiguo Israel. Como en muchas otras culturas del mundo antiguo los eclipses, especialmente los solares, son un mal presagio que expresa la ira divina. Y veremos cómo esta idea se acreciente en la época talmúdica.
Los eclipses en el Talmud: Malos presagios
En toda la literatura talmúdica encontramos una sola Sugya, unidad temática, que lidia con los eclipses solares y lunares. El mismo se encuentra en Sucá 29a. El contexto de esta Sugya es apropósito de una discusión en torno a que la lluvia durante la festividad de Sucot, en donde comemos y dormimos en cabañas fuera del hogar, donde la misma representa es un mal presagio (según los sabios es una forma que Dios tiene de mostrar disgusto con los seres humanos impidiéndoles que celebren la festividad como “Dios manda”). En este contexto el Talmud dice: “Un eclipse solar es un mal presagio para todo el mundo”. Y luego nos relata una parábola que explica por qué es un mal presagio. Nos dice que es comparable a un rey que prepara un banquete para sus sirvientes y pone una gran lámpara para que puedan ver pero luego se enoja con ellos y le saca la lámpara para hacerlos sentar en la oscuridad.
En una segunda Braita relacionada con la primera los sabios hacen una distinción entre un eclipse lunar y un eclipse solar. Dicen que los eclipses lunares son un mal presagio para Israel, ya que su calendario está basado principalmente en la luna, mientras que un eclipse solar es un mal presagio para las naciones del mundo ya que ellos utilizan un calendario solar.
Siguiendo la temática en otra fuente se nos ofrece cuatro explicaciones de transgresiones que provocan los eclipses solares: (1) Por la muerte de un presidente de la corte rabínica (Av Beit Din) que no es endechado correctamente (2) Por una joven comprometida que es abusada en la ciudad y no hay nadie que la salve (3) Por relaciones homosexuales (4) Por dos hermanos cuya sangre es derramada al mismo tiempo.
Sin entrar en demasiados detalles y análisis esta Sugya talmúdica presenta varias complicaciones que serán luego desarrolladas y analizadas por los sabios en la edad media. Entre los grandes interrogantes que despierta esta Sugya están: ¿Son los eclipses solares un mal presagio para el pueblo judío o para el mundo? ¿Si los eclipses solares son hechos predecibles de la naturaleza como un “pecado” puede generar un eclipse? ¿Cuál es la relación entre las transgresiones allí mencionadas y los eclipses? ¿Tienen aquellas transgresiones un denominador común?
Y por último ¿Debe el pueblo judío tenerle miedo a estas señales del cielo? Acaso no dijo el profeta Jeremías: “Así dijo Adonai: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman. (10:2). Así por lo menos lo comprende Rabi Iojanan quien nos dice que tanto los eclipses solares como lunares son relegados a los gentiles ya que los judíos le temen a un poder superior que el de los astros, solo le temen a Dios (Mejiltá deRabi Ishmael 12:2:4)[6].
Los eclipses en el pensamiento judío medieval y contemporáneo: racionalizando el Talmud
Diversos talmudistas medievales y pensadores modernos, aceptando la premisa conocida en su época que los eclipses son fenómenos de la naturaleza predecibles y calculables, y no consecuencia directa de las acciones de los hombres, intentaron racionalizar o explicar nuestra Sugya talmúdica. Dividiremos las explicaciones entre “científicas” y alegóricas.
Explicaciones “científicas”
Maharal de Praga: Beer HaGola, 6:106
Iehuda Loew ben Betzalel (1526-1609, Bohemia), el “creador” del Golem, en una larga discusión establece que si bien es cierto que los eclipses son fenómenos predecibles en un universo “sin pecados” no existirían los eclipses ya que Dios alinearía el sol y la luna de forma diferente. Sin embargo en nuestro mundo como el hombre inevitablemente pecará Dios estableció este fenómeno de forma periódica.
Yonathan Eibeschutz: Ye’arot Devash2:10
Este sabio rabino (1690-1794) de las “tres comunidades”,  AltonaHamburgo y Wandsbek, acusado luego de ser seguidor de la secta mesíanica shabetaista, sugirió que el Talmud al hablar de Likui Jamá no estaba haciendo referencia a los eclipses solares sino a las “manchas solares”[7]. Este fenómeno es mucho menos predecible y calculable que los eclipses solares.[8]
David Pardo: Chasdei David, Sucá 2:6
Este sabio italiano (1718–1790) sugiere que si bien existen eclipses predecibles, el Talmud debía estar haciendo referencia a algunos eclipses no predecibles.[9]
  1. Menajem Mendel Schnerson: Iggerot Kodesh 15:1079.
El Rebbe de Lubavitch, el que algunos de sus seguidores afirman que es el Mesías, sugirió que si bien los eclipses son predecibles los fenómenos meteorológicos que permiten o impiden su visibilidad no son predecibles siendo estos últimos los que dependen de las acciones de los hombres.[10]
  1. Explicaciones alegóricas
Itzjak Arama: Akeidat Itzjak (Vaiejí, 32)
Este sabio español (1420-1492) en su comentario filosófico a la Torá sugiere una interpretación alegórica de los dichos talmúdicos. Dice que el eclipse hace en realidad referencia a la muerte de los justos que son “la luz de nuestra comunidad que se extingue”.
Yitzhak ben Yosef: Yesod Olam (3:17)
Este sabio español (siglo XIV) sugiere en el trabajo más importante de astronomía del judaísmo medieval que la alegoría se relaciona con las cuatro causas que según el Talmud generan un eclipse solar. Dicen que cada una de las cuatro transgresiones representa un movimiento de la luna. Por ejemplo la muerte de los dos hermanos hace regencia a un eclipse solar cuando la luna y el sol, “los hermanos”, pierden su fuerza y se “apagan” por unos minutos.
Jaim Elazar Shapiro: Divrei Torá 6:93
El Munkaczer Rebbe (1868-1937), fiel al estilo jasídico, compara la luz que recibe la luna del sol a la atención divina que el pueblo de Israel recibe de Dios. Cuando esta luz esta bloqueada esta hace referencia a un alejamiento del pueblo de Dios.
Yaakov Ettlinger: Aruj LaNer (Sucá 29a)
Este sabio alemán (1798-1871), gran oponente del reformismo, en su comentario a nuestro folio talmúdico comenta, siguiendo a Moshe Isserles, que en realidad el eclipse no es el resultado de las transgresiones mencionadas sino que el eclipse es solo un símbolo de “malos tiempos”. Los eclipses son un mal presagio a pesar de que sean un fenómeno natural. Muchas culturas, y la cultura rabínica no es la excepción, sostienen que hay ciertos tiempos propicios para ciertas actividades y ciertos momentos malos para realizar ciertas actividades. Por ejemplo los sabios talmúdicos dicen que hay ciertos días en la semana que son más propicios para casarse, el martes para ser más exactos, mientras que los días de eclipses serían días poco propicios ya que hay una mayor tendencia a la transgresión.
Los eclipses en la Halajá: ¿Bendecir o no bendecir? Esa es la cuestión.
La pregunta sobre si se debe/puede o no recitar una bendición al ver un eclipse al parecer es bastante moderna. El primero en hacer referencia a la misma es el Rebbe de Lubavitch en 1957 (Igrot Kodesh 15:1079). Él sugiere que no se debe recitar ninguna bendición ya que por un lado el Talmud no estableció ninguna bendición para los eclipses solares, si bien lo hace para otros fenómenos de la naturaleza, y por otro lado dice que también esta prohibido porque como explica el Talmud los eclipses son un mal presagio. Todo lo contrario, Menajem Mendel afirma que se debe clamar a Dios para que este mal presagio se termine.
Rab. Jaim David HaLevi (Ase Leja Rab 5:7), quien fuera el rabino principal de Tel Aviv-Yafo, también nos dice que no se debe recitar ninguna bendición ya que nos esta prohibido, luego del cierre del Talmud, crear nuevas bendiciones. Sin embargo entiende que el ver un “eclipse es un acto increíble de la naturaleza” y que sería bueno recitar una bendición sin embargo lamentablemente no nos es posible. Sugiere, que si alguien quiere recitar alguna bendición, puede utilizar los versículos que solemos leer cada mañana antes de Shirat HaIam: Asimismo se alegró mucho el rey David, y bendijo a Adonai delante de toda la congregación; y dijo David: Bendito seas tú, oh Adonai, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. Tuya es, oh Adonai, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Adonai, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. (I Cronicas 20:10-11)
Rab David Lau, más recientemente en el 2001, volvió a enfatizar que lamentablemente los sabios no establecieron ninguna bendición para este fenómeno astronómico pero el hombre de fe que quiere traducir en palabras sus sentimientos al ver semejante acontecimiento puede pronunciar los Salmos 19 o 104.
El rabino Joshua Heller, miembro del movimiento conservador de los Estados Unidos, en vistas al eclipse solar del 2017 escribió una responsa sugiriendo que si bien los sabios no establecieron ninguna bendición en particular existe la posibilidad de utilizar una bendición acuñada ya por los sabios talmúdicos (Brajot 54a) para otros fenómenos de la naturaleza para ser utilizado frente a un eclipse. Él sugiere dos posibilidades: “Ose Maase Bereshit” (…quién realiza las obras de la creación)[11] o “SheCojó uGburató Male Olam” (… cuya fuerza y poder llenan el mundo)[12]. Analizando las diversas fuentes pos-talmúdicas que analizas los significados y las razones de cada una de estas dos bendiciones este rabino se inclina por la bendición más específica de “SheCojó uGburató Male Olam”[13]. Dice sin embargo que quien realiza la bendición “Ose Maase Bereshit” también está bien. Sugiere por último también agregar los salmos 121, 148 o el poema litúrgico “El Adon” que se entona cada Shabbat por la mañana.
El eclipse y yo: algunas conclusiones
Una vez más frente a la pregunta ¿qué opina el judaísmo de…? Hemos visto que existen decenas de respuestas posibles. Ante una pregunta inocente que me hice hace unos días sobre si tenía que realizar una bendición al ver un eclipse solar me volví a enamorar de la tradición de mi pueblo, del Talmud y de sus comentarios, de la literatura de la responsa y de nuestros maestros. Ashrei HaAm Shekajá Lo, Ashrei HaAm SheAdonai Elohav. Que maravilloso que para cada pregunta podamos bucear en el mar de nuestra tradición y encontrar un sinfín de respuestas.
En lo particular este lunes 21 de agosto por la tarde intentaré ver (tomando todos los recaudos posibles), si las condiciones meteorológicas lo permiten, el eclipse solar. Comprendiendo que no es un mal presagio, y aunque lo fuese nuestra tradición nos invita a bendecir tanto por lo bueno como por lo malo (Mishná, Berajot 9:5), sino un fenómeno de la naturaleza recurrente creo yo que será una oportunidad maravillosa para afirmar una vez más lo asombroso que es el universo y el poder de Dios que se extiende y se manifiesta en Su creación. Por dicha razón diré la bendición “SheCojó uGuburató Male Olam” y pronunciare algunos salmos. Dios nos invita, de tanto en cuanto, a ver un maravilloso espectáculo de Su creación y yo doy gracias a mi tradición que me regala palabras para pronunciar en momentos donde muchas veces las palabras, ante el asombro radical, faltan.
Y aunque fuese un mal presagio, como nos sugiere el Talmud, creo también que son tiempos para reevaluar cuales son las grandes transgresiones de nuestra generación que hacen que Dios oculte su luz. Creo que es una oportunidad única para reevaluarnos como sociedad y para re-pensarnos. En solo una semana fuimos testigos de una marcha Neo-Nazi en los Estados Unidos y de un atentado terrorista en Barcelona (y un montón de otros acontecimientos que seguramente no llegaron a la primera plana de los periódicos). Sobran en nuestra generación razones para que Dios muestre su ira apagando el sol por unos minutos.
Y aunque no fuese un mal presagio y fuese solamente un fenómeno de la naturaleza la fecha en donde acontece este espectáculo es más que sugestivo. La noche del 21 de Agosto comenzaremos el mes de Elul, el mes de la introspección que nos guía hacia los Iamim Noraim. El eclipse será una maravillosa metáfora para comprender como algo tan pequeño como la luna tiene la capacidad de tapar la potencia infinita del sol y oscurecer a la tierra. De la misma forma que pequeñas malintencionadas acciones de los hombres pueden oscurecer a la sociedad pero también pequeñas acciones de hombres y mujeres de bien pueden iluminar las noches más oscuras.
Después del lunes, les cuento más.
Jodesh Tov,
Rab. Uriel Romano
Bibliografía:

jueves, 17 de agosto de 2017

#HOLOCAUSTO : Entrevista a Primo Levi, 1982 (Subtítulos en español)

En la primavera de 1997, conmemorando el décimo aniversario de la muerte de Primo Levi, la RAI 2 volvió a emitir «Ritorno ad Auschwitz», un capítulo de Sorgente di Vita («Fuente de vida»), un programa televisivo de media hora que ha explorado de forma ininterrumpida, durante las últimas cuatro décadas, la cultura italkim, la comunidad de judíos italianos. Filmado originalmente en junio de 1982, este capítulo nos muestra el regreso que Primo Levi hace a Polonia, cuarenta años después de su experiencia concentracionaria, que quedaría plasmada de manera indeleble en Se questo è un uomo (1947).

Meticuloso con sus palabras, estremecedor, conciso, Primo Levi dialoga con Daniel Toaff, periodista de extensa trayectoria en la RAI, hijo de Elio Toaff, la autoridad rabínica más importante de Italia durante toda la segunda mitad del siglo XX. Primo responde las preguntas de Toaff con la mirada perdida en el ventanal del ómnibus. Adivinamos que sus ojos yuxtaponen los años cuarenta en esa década de los ochenta, en la que el trayecto desde Cracovia hasta el pueblo de Oświęcim ya empezaba a venderse como la atracción turística más importante de la ciudad.

Las preguntas de Toaff a veces nos resultan un tanto elementales, a veces ingenuas. Sobre todo si alguna vez leímos los libros del escritor piamontés. Como casi siempre, el libro nos parece mejor que la película. Tal vez la intención de Toaff esté más cerca de esa técnica de divulgación que utiliza tan bien Jordi Évole con sus entrevistados: «Cuéntamelo como si fuera un niño, como si no supiera nada sobre el tema». En ese sentido, la charla funciona como una introducción sólida.

Para los lectores de Levi, hay, sin embargo, elementos inéditos que no aparecen en sus textos. Matices, observaciones minuciosas, desoladoras, que hacen de esta corta entrevista (muy cercana a aquellas de Shoah (1985), el largometraje que Claude Lanzmann estaba filmando durante esos mismos años) un documento ineludible para aprender más sobre aquello que Enzo Traverso definió como «la historia desgarrada» de la modernidad occidental.


martes, 15 de agosto de 2017

#GASTRONOMÍA : Ensalada Cocha



Nuestros consejos son:
- cocinarla a fuego muy lento largo tiempo
- puedes sustituir los tomates por un par de cucharadas de tomate frito de calidad
- no dejes que las láminas de ajo se tuesten y se pongan marrones
- puedes comerla fría o caliente, según el gusto
- Ingredientes
6 pimientos rojos
5 tomates rojos
1cabeza de ajo
Sal
Pimentón español molido
Azúcar
- Elaboración:
Asar los pimientos en el horno , una vez listos, colocar en una bolsa para que la piel afloje y sea más fácil de pelar. Luego quitar la piel y las semillas, cortar en tiras y colocar de nuevo en el horno para que sequen un poquito.
Pelar los tomates, retiraran las semillas y cortar en tiritas, poner en un latón y colocar en el horno para que sequen y absorba toda el agua.
Pelar los ajos, yo coloco unos picados y otros machacados.
En una sartén, colocar aceite, sofreír los ajos, agregar el pimentón y los tomates , sofreír con el ajo, revolviendo de vez en cuando. Tapar Por media hora aprox. Destapar y revolver, agregar la sal , pimentón molido , dejar cocinar, agregar azúcar, rectificar el sabor. Debe cocinarse hasta que se consuma todo el liquido y quede nuevamente en su aceite.
Nuestro agradecimiento a Rebeca Levy en RecetasJudías.com

jueves, 3 de agosto de 2017

Tisha beAv - “Desde el día que se destruyó el Templo de Jerusalén” por Uriel Romano, Rabino




Tisha beAv (el 9 del mes de Av) representó para nuestro pueblo hace unos 2000 años lo que para nosotros es en nuestros días Iom HaShoa (día del recuerdo del Holocausto). Un día de profundo dolor, de duelo colectivo y de introspección individual. Un día donde de recuerdo de la “catástrofe más grande” que alguien pudiera haber imaginado. Años después de la destrucción del Templo de Jerusalén - principal acontecimiento que se recuerda en este día (Mishná, Taanit 4:6)- nuestros sabios comprendieron que desde aquel día el mundo, y en particular el pueblo judío, cambiaron para siempre. Y entonces los rabinos de aquel entonces acuñaron la siguiente expresión:“Desde el día que se destruyó el Templo de Jerusalén - Mi Iom Shejarab Beit HaMikdash…” y cada uno concluía la oración con otro cambio radical que sucedió luego de la catástrofe.
Ya en la Mishná (S. III d.e.c) está frase es citada en nueve oportunidades pero solamente para hacer referencias a cambios de la ley. Varios rabinos sostenían que desde aquel fatídico día varias leyes de la vida cúltica judía cambiaron para siempre (ver por ejemplo: Moed Katan 3:6, Menajot 10:5, Maaser Sheni 5:2, Sotá 9:12, Sucá 3:12, TB Beitza 5a y los conocidos decretos de Rabí Iojanan en Rosh Hashaná 4:1-4). Algunos de estos cambios fueron intentos de reemplazar el culto en el Templo, otros fueron producto de imposibilidades técnicas de continuar ciertos rituales y otros fueron para mantener viva la memoria del Templo en la vida sinagogal (Zejer LeMikdash).
Generaciones posteriores de sabios, a mayor distancia de aquel fatídico 9 de Av comenzaron a tomar esta expresión “Desde el día que se destruyó el Templo de Jerusalén…” no para recordar meros cambios rituales sino transformaciones teológicas, filosóficas y culturales mucho más profundos. He aquí algunos ejemplos:
Desde el día que se destruyó el Templo de Jerusalén la propia esencia de Dios cambió. Dios dejó de reír (Avodá Zará 3b), Dios no tiene más alegrías (Eijá Zuta, ed. Buber. 1:7) y la presencia de Dios en este mundo se vio tristemente reducida a los cuatro codos de la Halajá (Brajot 8a). Desde aquel día la relación entre Dios y el pueblo judío también cambió para siempre. El muro de hierro que los unía fue derribado (Berajot 32b), los portones de las plegarias fueron cerrados (ad. loc.), la profecía pasó a manos de los tontos y los niños (Baba Batra 12b), el consejo divino fue quitado de nuestros sabios (Meguilá 12b) y los sacerdotes dejaron de bendecir al pueblo con el nombre inefable de Dios (Rashí a Eruvin 18b). Incluso la naturaleza cambió para siempre: “Desde el día que se destruyó el Templo de Jerusalén el Cielo no se ve puro” (Berajot 59a), no caen lluvias de bendición (Baba Batra 25b) y a las frutas les fue quitado su sabor (Mishná, Sotá 9:12). Asimismo la sociedad cambió: “se le quitó el sabor a las relaciones lícitas y se le traspasó a las relaciones prohibidas” (Sanedrín 75b), al parecer la ley y la justicia perdieron su valor.
בס"ד
Jaguim uMoadim en el movimiento Masorti Masorti Olami MERCAZ Olami
Rabino Uriel Romano, 28 años, nació en la Argentina. Cursó sus estudios rabínicos en el Seminario Rabínico Latinoamericano (2016). Aparte de sus estudios rabínicos posee una licenciatura en Ciencias Políticas (UBA, 2012) y una maestría en Estudios judaicos (Shechter, 2017). Sus primeros trabajos comunitarios fueron en la Fundación Pardes, continuando luego como becario de formación rabínica en Bet-El. Se desarrolló también como educador visitante de la N.C.I (Uruguay), trabajó en la A.I.P visitando pequeñas comunidades del interior de la Argentina y se desempeñó como profesor en el S.R.L. Actualmente sirve en Hillcrest Jewish Center, en la ciudad de Nueva York, donde vive con su mujer y su hijo Noah.
Desde el día que se destruyó el Templo de Jerusalén, aquel 9 de Av del año 70 d.e.c., el mundo cambió para siempre y así lo expresan nuestros maestros con frases que conmueven casi 2000 años después. Tan terrible fue aquel episodio que algunos de nuestros maestros insistían incluso en que desde aquel día “lo correcto sería que no se comiese carne ni se tomara vino” (Toseftá, Sotá 15:10), es decir que lo correcto sería que viviéramos en un duelo eterno. Sentían incluso que no tenían fuerzas para seguir adelante ya que desde aquel día: “...la tierra hace miserable a todos sus habitantes, los deja como a un hombre enfermo que no tiene fuerzas” (Pirkei deRabi Eliezer, Ed. Higger, Cap. 32).
Sin embargo casi 2000 años después aquí estamos. Seguimos rezando, seguimos estudiando, y seguimos pronunciando la bendición sacerdotal. Seguimos maravillandonos con el azul del cielo, disfrutando de la lluvia, del rocío y del sabor de las frutas. Seguimos observando la ley y exigiendo justicia. Seguimos vivos celebrando con carnes y con vinos cada Shabbat, cada Jag y cada Simjá (alegría). Seguimos fuertes, y la creación del Estado de Israel, nos dio más fuerzas aún.
La destrucción del Templo de Jerusalén cambió para siempre la forma de ver el mundo de nuestros antepasados, la forma de conectarse con Dios, de mirar la naturaleza, de contemplar a la sociedad y al ser humano. Sin embargo la vida continuó, el pueblo judío se adaptó y se redefinió sin el Templo y sin un hogar nacional. Cada tragedia en nuestras vidas nos redefine pero la vida continúa. El judaísmo es un canto a la vida. Somos la cultura de la resiliencia. Si bien es cierto que desde “aquel día todo parece más feo”, en palabras del cantautor Ismael Serrano, cada tarde de Tisha beAv esperamos también ansiosamente la llegada del Mesías que cambiará el mundo para siempre.
Ya llegará el día en que dejaremos de lamentarnos diciendo “desde el día que se destruyó el Templo de Jerusalém” para sonreírnos al decir: “Desde el día que el Mesías llegó…”.
Nejamá,
Rabino Uriel Romano Comunidad Hillcrest Jewish Center en New York, Estados Unidos.