"Los acuerdos de colaboración económica y tecnológica entre EEUU e Israel progresan adecuadamente; y esto no choca con los intereses que predica el equipo de la Casa Blanca. Todo lo contrario: parece que a Washington le salen a cuenta los acuerdos comerciales y la colaboración con el Estado judío" No es ningún secreto que la Administración Trump tiene como eje de su política económica el Buy american, hire american (compre americano, contrate americano). Una política económica que presumiblemente consistirá en el repliegue económico de EEUU, en el manejo de las relaciones comerciales internacionales como si se trataran de un juego de suma cero y en la repatriación de capitales y empresas. EEUU estará más aislado, se mostrará poco preocupado por los problemas de los demás países, sean aliados o no, y estará dispuesto a sacar ventaja de su posición de fuerza como primera potencia en todos los ámbitos. ‘America First’ y el repliegue comercial de Trump Todo esto se reflejará en la política exterior de la Administración Trump, la America First, delineada por el secretario de Estado, Rex Tillerson, el pasado 3 de mayo, y que tendrá por ejes la preservación de la seguridad nacional y el aseguramiento de la prosperidad económica de EEUU. Es decir, que Washington intervendrá allende sus fronteras solamente cuando estos intereses estén en juego. Ciertamente, la Administración Trump está siendo consecuente con estas líneas de actuación: enterrados el TTIP y del Acuerdo de París, Washington tiene asimismo intención de renegociar el Nafta (acuerdo de libre comercio entre EEUU, Canadá y México), y su propuesta presupuestaria para 2018 recorta drásticamente la ayuda exterior. En palabras del propio Trump, EEUU apuesta por el fair and reciprocal trade (comercio justo y recíproco), que, hilando un poco más fino, significa que de Estados Unidos hay que esperar pocas concesiones, o ninguna, a la hora de tratar con otros Estados y organizaciones internacionales. A pesar de todo ello, los acuerdos de colaboración económica y tecnológica entre EEUU e Israel progresan adecuadamente; y esto no choca con los intereses que predica el equipo de la Casa Blanca. Todo lo contrario: parece que a Washington le salen a cuenta los acuerdos comerciales y la colaboración con el Estado judío. En su visita a Israel del mes pasado, Trump dijo que quiere intensificar el comercio entre los dos países pero reducir el déficit comercial norteamericano (en 2016 fue de 9.000 millones de dólares). Colaboración en I+D El 23 de mayo el asesor económico de Trump -y jefe del Consejo Económico Nacional de EEUU-, Gary Cohn, y el ministro de economía de Israel, Eli Cohen, se reunieron en Jerusalén con el objetivo de fortalecer los lazos económicos entre ambos países. Ese fortalecimiento se canalizará a través de la Fundación Binacional de Investigación y Desarrollo Industrial (BIRD, por sus siglas en inglés). BIRD espera recaudar 50 millones de dólares en los próximos 5 años para nuevos proyectos. Desde su fundación, en 1977, BIRD ha desarrollado 948 proyectos y generado 10.000 millones de dólares en ingresos directos e indirectos para ambos países. Los sectores en los que se traduce la colaboración bilateral canalizada por la BIRD son la alta tecnología, las energías limpias y, el más boyante de todos, la ciberseguridad (Forbes calcula que para 2020 el mercado de la ciberseguridad alcanzará los 170.000 millones de dólares). BIRD está dando muy buenos resultados a ambos países, y multinacionales norteamericanas como Intel, Cisco, IBM o Microsoft tienen actualmente grandes centros de I+D en Israel. Otra institución de I+D formada por ambos países es la Fundación Binacional para la Investigación y el Desarrollo Agropecuario (BARD, por sus siglas en inglés). En el marco del BARD, agricultores y científicos israelíes y estadounidenses han desarrollado más de 1.300 proyectos en las últimas tres décadas. La tercera pata institucional de esta colaboración es la Fundación Binacional de Ciencias (BSF, por sus siglas en inglés). La BSF financia proyectos de investigación de científicos estadounidenses e israelíes que pueden convertirse en productos tecnológicos comercialmente viables. Treinta y ocho premios Nobel han recibido fondos de la BSF. Sólo en 2004, seis de los ocho ganadores del Premio Nobel fueron beneficiarios de fondos del BSF. Comercio bilateral El Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos e Israel, que data de 1985, fue el primer TLC suscrito por EEUU. Desde su entrada en vigor, el comercio entre los dos países se ha multiplicado por diez, hasta llegar a los 49.000 millones de dólares en 2016. Gracias a este acuerdo, y pese al déficit comercial mencionado, EEUU es el segundo socio comercial de Israel, después de la Unión Europea. De acuerdo con el Departamento de Comercio de EEUU, desde 2009 se han creado 254.562 empleos en EEUU gracias al comercio con Israel. El pasado mes de marzo, Aharon Menenberg escribía en The Tower sobre el aporte israelí a la economía estadounidense, y destacaba, entre otras cosas, que el comercio con Israel es crucial para muchos estados de la Unión. EEUU es también el destino preferido de las inversiones israelíes, que en 2015 alcanzaron la cifra de 25.000 millones de dólares -la inversión privada privada israelí en EEUU representa el 45% de la inversión extranjera originaria de Oriente Medio, a pesar de que la población israelí es sólo el 2% de la regional-. El aporte israelí a la economía estadounidense es, pues, realmente significativo, ya sea en forma de colaboración científica o en comercio bilateral. Por ello, y pese a que la Administración Trump quiera reducir el déficit comercial total de EEUU (actualmente asciende a 44.000 millones de dólares) y disminuir la colaboración con los demás países, Israel sigue formando parte de su ecuación. No sabemos por cuánto tiempo. Israel, para la Administración Trump, está, por ahora, dentro del concepto America First.
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