viernes, 4 de diciembre de 2015

Historia de Francisco Boix y las fotos robadas a los SS de Mauthausen


En el acto de inauguración el 9 de junio de 2015 de la exposición “El fotógrafo del horror. La historia de Francisco Boix y las fotos robadas a los SS de Mauthausen” que se puede ver en Centro Sefarad-Israel este año, participaron los siguientes ponentes:


-Benito Bermejo, historiador y autor del libro “El fotógrafo del horror. La historia de Francisco Boix y las fotos robadas a los SS de Mauthausen”



-Juan Avilés. Catedrático de Historia Contemporánea, UNED



-Concha Díaz. Delegada en Madrid de Amical de Mauthausen



-Miguel de Lucas. Director de Centro Sefarad-Israel



En el contexto del 70 aniversario de la liberación del campo de concentración de Mauthausen, Centro Sefarad-Israel acogerá en los próximos meses la exposición “El fotógrafo del horror. La historia de Francisco Boix y las fotos robadas a los SS de Mauthausen”. Las imágenes que en ella se exponen están extraídas del volumen de idéntico título recientemente reeditado por la editorial RBA y firmado por Benito Bermejo. La muestra reúne alrededor de un centenar de fotografías que reflejan el horror de Mauthausen: algunas fueron tomadas por el español Francisco Boix antes y después de su paso por este campo, y otras fueron obra de los propios SS que Boix consiguió robar del laboratorio fotográfico. Un material que fue clave, más tarde, en los juicios de Nuremberg.



Francisco Boix (Barcelona 1920-París 1951) era un fotógrafo militante de la Juventud Socialista Unificada de Cataluña cuando conoció, en 1939, la retirada y el exilio en Francia. En 1940, en los momentos de la ofensiva alemana sobre Francia, fue hecho prisionero. Al año siguiente, es internado en el campo nazi de Mauthausen. Más de 7.200 republicanos españoles pasaron por allí y apenas un tercio salió con vida. Boix trabajó en el laboratorio fotográfico del campo y consiguió salvar de la destrucción un volumen importante de documentos gráficos realizados por los propios SS. Además, en mayo de 1945, volvió a tomar él mismo la cámara y dejó su propio testimonio gráfico de algunas de las situaciones que siguieron a la liberación de Mauthausen. Su nombre apareció en los medios internacionales en 1946 con motivo de su declaración en el Proceso de Nuremberg para dar testimonio de la realidad de los campos nazis y documentar la acusación contra algunos jerarcas del III Reich.




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