Rashí o el comentarista que
prefirió la sencillez
Por
Shaúl
Ben Abraham
En el año 1475,
en la ciudad italiana Reggio Calabria se
llegó a publicar uno de los primeros libros hebreos impresos: un
comentario sobre la Toráh cuyo autor era el prestigioso Rabí Shlomo Yitzjkí,
más conocido en el mundo judío por su acrónimo Rashí. Según Esra Shereshersky
en su libro Rashi, The man and His World
(Jason Aronson Incorporated, 1982), este libro
Se convirtió en un texto fundamental en los hogares judíos y en las casas de estudio. Ninguna otra obra de la literatura judía ha recibido semejante reconocimiento […] Hay más de doscientos supercomentarios que tratan directamente sobre las glosas de Rashi del Pentateuco (sic).
En Troyes
(Francia), en el año 1040 nació Rabí Shlomo Yitzjaki. En su juventud asistió a
las academias de Worms y Maguncia (Renania). Sus tutores fueron los eruditos
judíos más destacados de Europa. A los 25 años, debido a circunstancias
personales fue obligado a volver a Troyes. Para entonces ya era reconocido como
un gran estudioso del Tanaj y no tardó en ser el guía espiritual de la
comunidad judía local. Llegó a fundar su propia academia religiosa, la cual
vino a ser aún más influyente que la de sus maestros en Alemania.
Los judíos de
Francia vivían entonces en relativa paz con los cristianos, lo que permitió a
Rashí dedicarse a sus actividades académicas con libertad y tranquilidad. Con
todo y su posición prestigiosa, Rashi se ganaba la vida elaborando vino, lo que
le daba para ganarse lo justo. Este conocimiento directo de los oficios comunes
fue algo beneficiosos para su intelecto: lo puso en contacto con el judío
promedio y permitió que se relacionara con los gentiles, conocieras sus
costumbres y entendiera las necesidades de las dos comunidades.
Vivir en Troyes
también fue favorable. Muchas de las rutas comerciales pasaban por ahí, era un
centro cosmopolita de Francia, eso le permitió familiarizarse con otras
mentalidades y costumbres de diferentes lugares que transitaban. Por más raro
que parezca, fue precisamente ese ambiente, ese lugar y esas circunstancias las
que, con toda seguridad, influyeron en su decisión de hacer comentarios del
Tanaj y del Talmud.
Pero más allá de
esto, ¿qué pudo haberlo motivado a escribir sus comentarios? Una de las razones
más importantes, si no la más, era idiomática: pocos hablaban hebreo, y por eso
pocos leían el Tanaj por sí mismos, si la ayuda de un intérprete, y mucho menos
llegaban a comprender su contenido. La mayoría de judíos al estar dispersos por
distintos lugares de Europa hablaban alemán, árabe, español, francés y muchos otros
idiomas. Si bien el hebreo se enseñaba desde la niñez, había numerosos términos
del Tanaj que no podían ser entendidos con claridad.
Un hecho
notable, y que da cuenta de lo antedicho, es que Rashi llegó a escribir en
hebreo como en francés, con elegancia, gracia y versatilidad; cuando en hebreo
no encontraba el vocablo que necesitaba, se valía de una palabra francesa y la
trasladaba al hebreo, empleó más de 3.500 términos, los cuales, hoy en día, son
una valiosa fuente de información para los estudiantes de filología y
pronunciación del francés antiguo.
A lo anterior se
sumaba el hecho que dentro del judaísmo hubo algunos rabinos que preferían, a
veces exageradamente, la tendencia a buscar interpretaciones no literales del
texto tanájico. Así pues, alegorías, leyendas y cuentos abundaban respecto a
expresiones, palabras y versículos, muchos de ellos coleccionados y compilados
en los populares midrashim,
especialmente en los tardíos.
De acuerdo a
Rashbam (Rabí Shmuel ben Mayor), nieto de Rashí y también escriba, en su
comentario sobre Bereshit 37: 2:
“…los comentaristas más antiguos tendían a predicar sermones (derashot), pues consideraban que ese era el objetivo más importante, (pero) no estaban acostumbrados a ahondar en el sentido literal del texto de las Escrituras”.
Para ese
entonces muchos Rabinos, si bien conocían la vieja regla que establecía que
ninguna explicación podía ser incompatible con el sentido peshat (simple), en la práctica no seguían realmente dicha regla y
preferían las interpretaciones alegóricas. El judío no letrado, cuando lograba
leer un comentario de la Toráh quedaba confundido ante la cantidad de
interpretaciones que se habían producido y no distinguía muchas veces entre el
Texto Sagrado y la interpretación.
Ante esta situación,
la primera meta que se propuso Rashi fue lograr que el texto de la Toráh fuera entendible a todos los judíos.
Para lograr su objetivo, comenzó a recopilar cuadernos en los que anotaba
comentarios sobre palabras y versículos específicos que creían que presentaban
alguna dificultada a los lectores. Las notas de Rashi incluían las
explicaciones de sus maestros y lo que halló por sus propios conocimientos de
la literatura rabínica precedente.
Su aporte fue
significativo en los aspectos lingüísticos, prestó atención a la puntuación y a
los acentos que emplearon los masoretas y como afectaban estos la comprensión
del texto. Con el fin de aclarar el significado de las palabras, su comentario
hace constante referencia al Targum de
Onkelos, la traducción aramea de la Toráh. Rashí examinó posibilidades que
nunca antes se habían explorado a la hora de explicar las preposiciones, las
conjunciones, el significado de los verbos, la sintaxis y otras muchas facetas
de la gramática, aportando un significativas exposiciones del hebreo como una
lengua fértil para la comprensión espiritual.
Rashi siempre
procuró destacar el sentido sencillo y literal del texto, el peshat. Sin
embargo, no podía pasar por alto la extensa literatura midráshica. Eso es
notable en los mismos comentarios de Rashi, pues constantemente hace alusión a
la manera como conecta sus aportes con los midrashim,
los cuales, en muchas ocasiones, ayudaban a oscurecer el significado natural
del texto. Este es su criterio tal y como lo presenta en su comentario a
Bereshit 3:8:
“Hay diversas exegesis (midrashim) de la narración (hagadá), y se las puede encontrar ordenadas en Bereshit Rabá y otros textos semejantes. Yo, por mi parte, sólo pretendo explicar el sentido llano del versículo y apelo a aquellas hagadot que resuelven los problemas de interpretación en forma coherente”
Al seleccionar y
editar únicamente los midrashim que
le parecían que aclaraban el significado o el contexto de un versículo, Rashi
excluyó los que promovían la confusión y extendían innecesariamente el
análisis. De esta labor son beneficiarias las generaciones posteriores que se
familiarizaron con las selecciones de Rashi y que siguieron sus pasos en la
manera de comentar la Toráh, en especial los famosos Mefarshim, los excelsos comentaristas del Tanaj.
Rashi elogiaba con frecuencia a sus maestros, pero
-como buen erudito y sabio judío- no por esto tenia reparos en discrepar de
ellos si le parecía que sus explicaciones contradecían el razonamiento claro
del texto. Personalmente corregía sus aseveraciones, no trataba en admitir que
al explicar un pasaje se había equivocado; varias veces mencionó cosas en los que sus discípulos le ayudaron a
corregir un comentario; en definitiva era un ejemplo de nobleza y pulcritud
intelectual.
Tal es su valor,
que los editores en español de La Torá
con Rashí (Editorial Jerusalem de México, 2001) no dudan en afirmar:
Rashí escribió su comentario a todos los libros del Tanaj ya a una edad avanzada. Pero sin duda alguna, es sus comentario a la Toráh misma la que le ha valido el sobre nombre de Maestro de Israel. Estudiado por igual por principiantes y eruditos, este comentario se ha convertido en la punta de lanza de la educación judía a lo largo de siglos. Su lenguaje sencillo y breve enmascara una profundidad de análisis sin igual. Por eso su obra ha sido objeto de más de doscientos comentarios escritos por sabios de todas las épocas siguientes. Sin temor a la exageración, se puede decir que es Rashí el que ha enseñado a leer la Torá a todo el pueblo de Israel.
Y esa
“profundidad” mencionada en ésta cita, de hecho escondía, para muchos, verdades
espirituales a las que Rashí no aludía de manera directa pero que, de acuerdo
al Rabí Tzeví Hirsch de Zhidachov, se guardan en las parcas expresiones que
Rashí repite constantemente al escribir “el significado obvio del pasuk (verso)”, lo que en realidad
quiere decir que ahí está la clave para despojarse, para desvestirse
(hitPaShuTut) de la corporalidad y la materialidad, para llegar al significado
real del verso en cuestión, que es en verdad el espiritual.
Más allá del
judaísmo se dejó sentir la influencia de
Rashi. Así, por ejemplo, el franciscano francés y comentarista de las
Escrituras, Nicolas de Lyra (1270-1349), citaba con tanta frecuencia a Rashi,
que llego a ser conocido burlonamente como “el mono que imita a Shlomo”. Lyra a
su vez influyó en comentaristas y traductores posteriores, entre ellos los que
prepararon el camino para quienes luego traducirían la versión más influyente
de habla inglesa, la King James Bible
y al reformista Martín Luther, quien se apoyó tanto en Lyra que en su época se
hizo popular el refrán: “Si Lyra no toca la lira, Luther no habría bailado”.
Las condiciones
político-sociales influyeron en el resultado de sus comentarios. En 1096 se
inició la primera Cruzada, la que produjo una tensión entre las comunidades
judías y cristianas, siendo las primeras, desde luego, las más afectadas. Las
noticias y dichas matanzas afectaron la salud de Rashi, la cual se fue
deteriorando hasta que murió en 1105. Desde entonces sus comentarios de las
Escrituras presentaron un cambio significativo, sin lugar a dudas por la
decepción que le causaba el mundo gentil al que tantas se habían acercado.
En general la
gran contribución de Rashi a la comunidad judía fue la reinterpretación de
todos los pasajes relevantes de los monumentos literarios judíos a la lengua
vernácula con tanta claridad y lucidez, con tanto calor, candor, humanidad y
con una habilidad y erudición tan excepcionales que sus comentarios llegaron a
reverenciarse como sagrados y a quererse como si fueran ellos mismos
literatura.
Y en fin, ¿cuántas
cosas no se vienen a la mente de un judío cuando ve, escucha o recuerda a
Rashí? Yo, en mis parcos conocimientos puedo recordar algunos datos valiosos,
los que sirvieron para dejar esta breve nota que escribí en agradecimiento a
Rashí, y que seguramente el ya habría leído antes que mis manos la
transportaran a éste mundo.
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