jueves, 2 de julio de 2015

EL PUENTE - EDITORIAL: RECUERDOS DE MI VERANO 2015 EN ISRAEL



Con la experiencia o con los años, (lo dejo a la elección del lector), estoy en un momento de mi vida en que juego con las sensaciones.  ¿Para qué? Para ampliar el abanico de experiencias y también para que los recuerdos se mantengan con mayor intensidad en mi memoria y no en la tarjeta externa de mi cámara de fotos.    El verano 2015 en Israel se me brinda como los bufés de los desayunos en sus hoteles: variados, sabrosos y para todos los gustos.   Cada uno decide lo que quiere comer.  Cierro los ojos y me transporto a tantos lugares.   ¿Me siguen?   

Empecemos: Paseando por Jerusalem, no podía empezar de otra manera, durante los meses de julio y agosto,  me encuentro en la calle con numerosos artistas visuales que con su luz nos transportan a otra dimensión y me pongo a reír como una niña porque quiero tocar su arte; o los DJ’s que me hechizan a bailar como si llevara las zapatillas rojas diseño “Andersen”; o los numerosos y afamados “chefs” que salen de sus cocinas y con sus platillos aturden nuestros sensores bucales.  

Hace calor en la calle, de repente, noto el agua fría correr por mis pies y no veo bien lo que hay frente a mí.   ¿Dónde me he metido en Jerusalem? Ah, ya recuerdo: La Ciudad de David (en hebreo Ir David) donde Salomón fue ungido rey.  Tras romperme las piernas subiendo y bajando por la Historia,  el calor de los restos arqueológicos de arriba se torna en un grato frescor subterráneo, en el túnel que construyera el rey Ezequías: una experiencia que rejuvenece a cualquiera con sus apenas 2.700 años.   Cuando salgo al exterior, me deslumbra la serena y muda belleza que tocamos con nuestras manos.   Se me eriza la piel porque estoy escuchando cómo cortan el pelo a Sansón. A los pies de Massada, en el mar Muerto, a mediados de Septiembre del 2016, tendré el honor de asistir a la ópera “Sansón y Dalila” de Saint-Saëns.   Un viaje rápido en el tiempo y en el espacio.    

Desde el trono de un “segway” (estos vehículos de dos ruedas donde el paseante va de pie cómodamente subiendo y bajando desniveles), se me impregna la cara con los colores y sonidos de los alrededores y nos paramos a tomar una cerveza de autor tan de moda ahora en Israel.  Hasta hace dos años, no había cervecerías como entendemos en España.  Una novedad que para los españoles es un habitual casi todos los fines de semana.  ¿Hablamos de intercambio España-Israel? El turismo es su mejor aliado.  No tengo la menor duda.   

Según un antiguo proverbio árabe, “tenemos dos orejas, dos ojos y una sola boca para que escuchemos y veamos el doble de lo que hablamos”. Algo parecido me ha ocurrido en el espectáculo de Luz y Sonido de la Ciudadela, junto a la Puerta de Yaffo en Jerusalem.  Menuda facha tengo: boca abierta aderezada con un ansioso movimiento de cuello hacia todas partes para no perderme detalle.  La Historia proyectada en las murallas gracias a la tecnología que es apabullante: 20 proyectores, 10 reproductores de video, 14 ordenadores y 14 altavoces.  Resultado: ¡Indescriptible! Me pongo de buen humor cada vez que lo recuerdo.  ¡Qué buen sabor de boca sin probar bocado!  ¿Habré heredado de mis antepasados la sinestesia y yo sin saberlo a estas alturas de la vida?   

En algunos momentos, he sentido que me faltaban datos para navegar (no quiero sorpresas llamadas roaming) pero… ¡estoy en Tel Aviv! y aquí hay Wi-Fi gratuita en la mayor parte de la ciudad.  No me lo puedo creer.  Hablo en directo con mis amigos desde la playa: “Hola!  Estoy comiendo en el puerto de Yaffo, mirando el mismo mar que tú pero justo en el otro extremo.   ¿No me ves en Google Maps  agitando la mano? Esa soy yo!!  ¿Que qué hago aquí?  Pues de vacaciones.   Disfrutando como una colegiala, una amante de la buena mesa, de la Historia y de la conversación con estos israelíes que no paran de apasionarse y apasionarte con este bello país.   El ritmo en Tel Aviv lo marco yo porque entonces no dormiría: conciertos, visitas, ambiente, buen clima, noches mediterráneas…  

En el valle de Hula, me convierto en una de las 47.000 grullas comunes que cruzan la Galilea y observo desde arriba a los peregrinos emocionarse en los lugares santos en el llamado “Triángulo de Jesús” y me refresco en las dulces aguas del mal llamado mar de Galilea. La bella ciudad amurallada de Safed, Akko, la bahía de Haifa…   Las corrientes me llevan a lugares poco frecuentados por los turistas españoles: el monte Sodoma, el Maktesh Ramon (aquí ya me quedo sin aliento definitivamente) Tengo que tomar tierra para hidratarme y vuelvo a mi forma humana para brindar con un excelente caldo cultivado en pleno desierto del Negev y una ensalada con tomates cherry regados con agua no potable por su mayor concentración en sal.  No entiendo cómo lo consiguieron pero son más dulces que regados con agua potable.   El sueño de David Ben Gurion y su mujer Paula se está materializando.  Sus espíritus siguen vivos pasándoles el testigo a las nuevas generaciones.    

Nunca se acaban mis vacaciones en Israel. No es que se haya ido la luz es que he cerrado los ojos y vuelvo a estar allí.  ¿Pruebas?  ¡Cuidado porque crea adicción y luego no te conformas con cerrar los ojos! 

Dolores Pérez Frías
Directora de la Oficina Nacional Israelí de Turismo para España y Portugal

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