Estos días, la pregunta acuciante es: ¿Hillary o Trump? Más allá de las elecciones de noviembre, y de las quinielas, conviene recordar los desafíos con los que quienquiera que vaya a ocupar el Despacho Oval tendrá que lidiar en un Oriente Medio sumido en el caos, presa del juego geopolítico, la barbarie yihadista del Estado Islámico y Al Qaeda, la total disfunción de Estados como Siria, Irak o el Líbano, y del nuevo poder regional: Irán. Para ello, debemos analizar cuál ha sido el legado regional de estos ocho años de Barack Obama.
Muchas de las razones de la deriva de la región se remontan a antes de los dos mandatos de Obama, es verdad. Sin embargo, la política en muchos sentidos revolucionaria del actual presidente en Oriente Medio no ha traído buenos resultados. La estrategia de Obama ha consistido básicamente en una retirada progresiva y a trompicones de Oriente Medio y, por tanto, en abandonar la región a su suerte. Mark Lynch resumió en Foreign Affairs la percepción de la política mesoriental de Obama:
Su Administración ha fallado consistentemente a la hora de cumplir las promesas formuladas en sus inspiracionales discursos [en alusión al que pronunció en la Universidad de El Cairo en 2009].
Ciertamente, su famoso discurso de El Cairo supuso sólo palabras y buenas intenciones. Elacercamiento al mundo árabe y al mundo islámico planteado por Obama ha sido un total despropósito, y es también el origen narrativo de sus errores en Oriente Medio.
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