En el año 2010, un artículo en The Economist sobre Israel titulado “El país único” se hacía eco de la preeminencia en política de los judíos de origen europeo, conocidos también comoaskenazíes (en hebreo, “alemanes”). El artículo en cuestión señalaba que Israel es un país gobernado por una élite ashkenazí, y que aún no había ganado las elecciones ningún primer ministro sefardí o mizrají –judíos provenientes del Norte de África, el Cáucaso y Oriente Medio–. La hegemonía de los askenazíes también se mide en términos económicos; la orientalista Suzanne Rothman reveló el año pasado, con motivo del apoyo masivo de sefardíes y mizrajíes al Likud en las elecciones de marzo, que los sueldos de los askenazíes son un 42% más altos que los de aquéllos.
Es cierto que el establishment israelí ha sido y es ashkenazí, pero las tendencias están cambiando radicalmente. La élite ashkenazí está en retroceso y son precisamente ashkenazíes los protagonistas de este cambio. El más reciente y el que más eco ha tenido en Israel, por su significado e importancia, es la medida promovida por el actual ministro de Educación, el ashkenazí Naftalí Bennett, que planea incluir en los planes de estudio la herencia sefardí y mizrají.
De la llegada masiva a la inmersión cultural
Este cambio no empezó con las victorias sucesivas de Netanyahu de los últimos años. A finales de los 70 fue un judío polaco, padre político del Likud, quien atrajo el voto sefardí y mizrají para ganar por primera vez unas elecciones a la todopoderosa izquierda: Menájem Béguin. Ahora sonNetanyahu y Bennett, también askenazíes, los que están desmontando el reinado ashkenazí laico y de izquierdas.
Que fuera una élite originaria de Europa la que liderara el país no fue algo peregrino o forzado, sino un desarrollo lógico de los acontecimientos. Fueron judíos europeos los que lucharon, organizaron y fundaron el país. En su mayoría, los judíos sefardíes y los mizrajíes llegaron a principios de los años cincuenta, cuando casi un millón fueron expulsados de los países árabes, durante un ignorado éxodo del que ya hemos dado cuenta.
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