Como venimos abordando, Israel está cambiando y se parece cada vez menos al país que fundaron pioneros europeos y supervivientes del Holocausto en 1948. Así, hoy su sociedad está más polarizada en lo relacionado con la cuestión Religión-Estado.
El último estudio del Pew Research Center sobre las preferencias religiosas en la sociedad israelí refleja que los judíos, el 80% de la población, están más divididos que nunca en este asunto. Mientras el 76% cree compatible que el Estado sea a la vez judío y democrático y un 98% sigue creyendo en la idea de Israel como Estado-nación refugio de los judíos, un 40% se declara laico o secular y otro 41%, observante (jaredíes -ultraortodoxos-, 8%; datíes -religiosos-, 10%; masortíes -tradicionales-, 23%). El 89% de los jaredíes y el 65% de los religiosos dicen que la ley religiosa debería tener prioridad sobre los principios democráticos, porcentajes ciertamente preocupantes en una democracia consolidada. Los jaredíes y los religiosos quieren abiertamente que el Gobierno promueva la religión, y un 36% de los primeros dice que democracia y judaísmo son una mezcla imposible.
Más datos interesantes. La mayoría de los seculares prefiere que sus hijos se casen con un no judío a que lo hagan con jaredíes. El 95% de los jaredíes casados declara que su cónyuge es también jaredí, y el 93% de los laicos tiene cónyuge o pareja también laica. El 89% de los jaredíes no tiene amigos en los otros grupos sociales, así como el 64% de los laicos. No se juntan, no se mezclan, no interactúan. Viven en mundos y realidades paralelas, pero en el mismo país y bajo las mismas leyes.
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