Esta semana celebramos el 67 Aniversario del Día de la Independencia de Israel. Para mí es una señal de que ha llegado el momento de empezar a despedirme de España y de prepararme para poner término a mi mandato como embajador de Israel en este país tan maravilloso.
Como todos los embajadores y como en todas las relaciones entre países tan cargadas emocional, histórica y culturalmente, he tenido mis momentos tensos, de desacuerdo y de decepción respecto a posiciones y declaraciones de políticos, académicos y periodistas españoles. Sin embargo, puedo decir con toda sinceridad que he disfrutado de muchísimos momentos agradables, de fructíferas reuniones, de colaboración y de diálogos interesantes que a cualquier embajador, en cualquier lugar del mundo, le hubiera encantado tener.
El diálogo cultural, económico, empresarial, social y político entre la sociedad israelí y la española se ha intensificado y cada año ha sido más profundo, más amplio y más diversificado. La sociedad española está hoy más abierta que nunca a conocer, entender y disfrutar de la colaboración con cineastas, coreógrafos y otros artistas de Israel.
El sector empresarial y de I+D entiende el beneficio que puede obtener colaborando con el ecosistema innovador de Israel. El conocimiento de la diversidad humana, étnica, ideológica y religiosa de Israel, la apertura democrática y la energía creativa que caracterizan a los israelíes son la llave para puentes más anchos, más profundos, más complejos (en el sentido positivo de la palabra) entre España e Israel.
Para facilitar el proceso de conocimiento mutuo he viajado por muchos lugares de España, desde los Pirineos catalanes hasta el “Silicon Wadi” de Málaga; desde el parque científico de Valencia a los centros industriales y de investigación de Bilbao; desde las nuevas excavaciones del micvé de Girona hasta la ceremonia de conmemoración del último barco de sobrevivientes del Holocausto de Cádiz a Haifa; desde el Centro Jesús Uzón de Cirugía de Mínima Invasión en Cáceres a reuniones de empresarios en Valladolid, Zaragoza y muchas otras ciudades y diputaciones; de la actuación de la Kibbutz Dance Company en Vigo y en Sevilla a la de la Filarmónica israelí en Santander; del Observatorio del espacio de Tenerife a Palma de Mallorca, sin olvidar el gran pueblo de Mota de Judíos. Y han sido muchas más las ciudades y regiones que no puedo detallar aquí por motivos de espacio pero que, desde luego, no son menos importantes o interesantes. Como podéis imaginar , me siento muy afortunado.
Lo que he encontrado en todas mis visitas es el alto interés que existe por Israel, que son numerosas las personas que sienten una profunda amistad hacia mi país y que quieren intensificar mucho más sus contactos con ella.
Sé que no siempre son ellos los que lideran los programas de noticias, sé que no siempre es esto lo que reflejan los medios pero, son muchos, muchísimos más de los que parece. Son españoles que identifican a Israel como un socio por sus valores, sus objetivos, su cultura y su modo de vivir y de interpretar la vida. Son españoles que identifican las amenazas y los intereses políticos de una manera muy similar a como lo hacen los israelíes. Españoles que reconocen a Israel por lo que es: el socio más importante y más cercano a la Unión Europea en Oriente Medio.
Durante mi estancia en España multitud de personas ha compartido conmigo su sentimiento de cercanía e identificación en ocasiones hablándome en voz baja y ocultando su boca con la mano. Es el momento de apartar la mano y de hablar en voz alta porque sois muchos y debéis estar orgullosos de vuestra amistad con Israel.
Alon Bar
Embajador de Israel en España
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